sábado, 30 de marzo de 2013

Dulces momentos de sufrimiento

Los kilómetros van pesando en nuestros pies y las articulaciones comienzan a hacer sonidos y crujimientos varios pero es asíN la vida del peregrino. Cuestiones del todo pueriles se convierten en puros regocijos, como que salga el sol, o que la rótula no de más problemas que los de ayer. El sabor de las torrijas de impresión que compró Noe ayer no lo hubiera cambiado por manjar ninguno (Vaya neña tan chula y guapina la vuesa, papín y mama Acevedo. El so calter ástur puéde-y dacuando, pero ye detallista y d'enorme corazón). Hoy, caminar por la Vía Aquitana, era como revivir el paso de las legiones romanas por Hispania. Cómo construían los tíos! Qué drenaje!. Mientras caminas, piensas en tus cosas. Y en aquellas: en cuantos y de qué manera, pasaron por allí. Y la Cordillera cantábrica! Las cimas de las montañas a lo lejos, nevadas, imponentes, circundantes, eran tan bellas que me costaba mantener la vista en el camino. Creo que deben ser en esta altura las del Macizo asturiano. Asi transcurría la etapa: entre pensamientos, historia, bellezas y dolores.

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